martes, 29 de mayo de 2012

CUANDO YO LO QUIERA. CUANDO A MÍ ME CONVENGA.

¿Está la voluntad de un alcalde por encima de nuestra norma más importante? ¿Puede un alcalde negar el derecho de cualquier ciudadano a investigar, recopilar datos, acceder a información importante para sus intereses y a difundirla por el medio que crea más oportuno? ¿Puede negarnos un alcalde un derecho recogido con siglos de tradición en multitud de cartas, declaraciones de derechos, constituciones y leyes alrededor del mundo? Las respuestas a todas y cada una de estas preguntas es siempre la misma. Desgraciadamente sí. A pesar de vivir en una sociedad avanzada y supuestamente democrática como es la nuestra, aún se dan casos de este tipo y nos topamos con políticos de la talla del alcalde de Espartinas. No sabemos muy bien lo que a Domingo Salado le pasa por la cabeza para negar que los plenos municipales sean grabados y difundidos entre la población. Tienen que ser razones muy poderosas porque de lo contrario no se explica cómo puede tomarse la libertad de estar por encima de una ley, piedra angular de nuestro sistema democrático, y quedarse tan tranquilo. Partiendo de la base de que precisamente la tranquilidad es una característica de este señor, sus actos ya no pasan desapercibidos con tanta facilidad. Su rotunda negativa a realizar este tipo de grabaciones en el consistorio espartinero ha levantado el rechazo de muchas personas que no entienden qué hay de malo en hacer llegar al pueblo la esencia de un debate cuya propia naturaleza es pública. Lo que no saben muchos es que esta ha sido la forma de actuar de Domingo Salado, de su equipo de gobierno y en definitiva de la herencia recibida. Así se han hecho las cosas en Espartinas siempre. El silencio por respuesta a las preguntas de los vecinos. La desinformación como contrataque a los partidos y grupos políticos minoritarios.  No me cansaré de repetirlo las veces que hagan falta. Si no estás con ellos estás contra ellos. Si eres crítico pagarás un alto precio por tomarte la libertad de pensar de otra manera, por proponer otra forma de hacer las cosas. En Espartinas se ha tenido mucho miedo. Ahora se empieza a perder y una vez que la libertad de expresión irrumpe con la fuerza que lo ha hecho en nuestra sociedad, ya poco pueden hacer. Y por esto, porque precisamente ya las represiones no tienen efecto sobre nosotros y porque al mostrar sin restricciones la realidad política en la que se sustentan podrían perder el poder, el alcalde niega actividades como las de grabar nuestros plenos. Lo que no saben los vecinos es que ya en nuestro municipio tuvimos antecedentes de plenos transparentes. Sucedió solo una vez, pero ahí está. Es un precedente que bien puede explicar y demostrar lo que siempre defenderé hasta el final de mis días: a Domingo Salado solo le interesa su bienestar personal y el de sus cuatro amigos y familiares. Esta es la razón de ser de su comportamiento, que no se explica de otra manera. Por eso en 1990, con el escándalo de Juan Guerra en nuestro municipio, el PP de Espartinas convocó un pleno extraordinario para abrir un expediente sancionador a la empresa del hermano de Alfonso Guerra, por presuntas irregularidades urbanísticas. Supuestamente, el primero de ellos había construido parte de su vivienda de manera ilegal, sin licencia de obras. Al Partido Popular en este caso sí le convino que medios de comunicación entraran en el pleno municipal y tomaran nota, grabaran e hicieran las fotos oportunas porque se trataba de ajusticiar a un socialista, y ni eso incluso. Se trataba de hacer ver a la provincia y a los pueblos de alrededor que el Gobierno de Espartinas no podía ser más claro, transparente y justo. Al hablar de justicia no puedo evitar preguntarme qué hubiera pasado si en vez de ser el hermano de Alfonso Guerra el que se hace medio chalé ilegal en Espartinas, lo hace el hermano de Manuel Fraga. Una justicia divina, porque ni qué decir tiene que la historia democrática de nuestro Ayuntamiento, por así decirlo, se parece más a la historia de alguna dinastía faraónica que a otra cosa. Dios te pone al mando y los hijos de los hijos van heredando un cargo que se convierte en vitalicio. ¿Cómo se consigue esto en plena democracia? Con un aparato de represión psicológica, moral, social y política en el que participan, como no podía ser de otra manera, aquellos que obtienen un beneficio directo de este régimen. Aquellos que desempeñan la labor de guardianes del castillo y que han perdido la dignidad y la razón, incluso algunos de ellos, por perder, hasta han perdido la memoria. Pero es que no se les puede pedir más. No podemos estar pidiendo peras al olmo. Ni esperando que las cosas vengan solas. No podemos estar a disposición de un Gobierno que ha demostrado con creces que prometer no es un arte fácil.
Imagen del Pleno Extraordinario celebrado en Espartinas en febrero de 1990 con motivo de la sanción a Juan Guerra

miércoles, 16 de mayo de 2012

"De los esclavos, el más cobarde es el que defiende a su amo"


Esta mañana mientras leía algunas opiniones en la prensa me encontraba con una frase digna de mencionar por la gran verdad que encierra: “de los esclavos, el más cobarde es el que defiende a su amo”. Al leerla no pude evitar acordarme de la carta que la Hermandad Sacramental ha hecho llegar a todos los hermanos para aclarar entre otras cosas el viaje a Italia de la Junta Directiva y el alcalde de Espartinas a principios de mayo. Viaje que ha saltado a la Opinión Pública tras existir antecedentes de otros por el estilo, en los que el primer edil de este municipio participaba con dinero de la ciudadanía como representante político y en los que de un modo u otro, la Iglesia ha estado presente.  La directiva de la cofradía se queja de que sus actos son constantemente politizados y malinterpretados por algunos vecinos, que nadie valora el trabajo que realizan como organización religiosa en estos duros momentos de crisis y que los rumores que en las últimas semanas han transcendido por el pueblo son fruto de la imaginación sin límites de algunas personas ajenas a ellos. Del mismo modo pedía en esta carta colaboración entre los hermanos para evitar que el nombre de tan antigua y honorable comunidad sonora indebida e innecesariamente entre los vecinos de Espartinas. No le falta razón a la Junta Directiva de la cofradía al decir que, con toda seguridad, habrá algunos con el ánimo de calumniar interesadamente la labor de los jóvenes que se encuentran a cargo del funcionamiento de la organización, quieran manchar su imagen. Tampoco le falta razón al argumentar que como organización religiosa y con el dinero de la misma pueden hacer todos los viajes y eventos que su actividad en la sociedad implica. Algo que cualquier ciudadano con dos dedos de frente entiende, puesto que las limosnas y pagos de cuotas a la Hermandad conforman un acto  totalmente voluntario y altruista. Algo que muchos vecinos seguimos manteniendo por respeto a la labor cultural que la Hermandad Sacramental realiza  en nuestro municipio y por respeto a las personas que participan y trabajan activamente para que la cofradía pueda seguir existiendo. Sin embargo no llevan razón, desde mi particular punto de vista y con ello quizás me estoy jugando mi futuro en dicha comunidad, al decir que sus actos no abanderan ningún color o ideología política. Las relaciones entre la Iglesia y la política de Espartinas han sido siempre una realidad bien conocida por todos. Una vinculación que tiene su explicación puesto que el actual alcalde de Espartinas, Domingo Salado Jiménez, así como otros miembros de su equipo de gobierno, fueron en su día integrantes de la cúpula directiva de la Hermandad Sacramental. En definitiva, y sin ánimo de polemizar pero llamando a las cosas por su nombre, es muy lógico que ahora que es alcalde, autoridad máxima en nuestro municipio, los sentimientos hacia la organización religiosa no hayan cambiado y desde luego intente beneficiar en todo lo que sea posible la labor y las actividades de la misma. De ahí que surjan los malentendidos a los que la propia Hermandad hace referencia en su carta explicativa. Malentendidos que dan lugar a situaciones como las que vivimos algunos socialistas el pasado Martes Santo en la puerta de la parroquia cuando la Guardia Civil invitó a salir de la iglesia al portavoz y representante de los socialistas en Espartinas. Yo me pregunto, ¿cómo pretende la Hermandad Sacramental que no politicemos sus actos? ¿Por qué no medió ante aquella situación tan desagradable y humillante para los que somos socialistas y hermanos de la cofradía? Quizás si efectivamente religión y política no fueran de la mano estas situaciones serían históricas, propias de los años 40 o 50. Por eso religión y política deberían separarse definitivamente. Que los políticos acudan a actos religiosos como individuos, como ciudadanos que profesan una religión o una devoción concreta y no como representantes de un pueblo, porque si lo hacen de esa forma la Hermandad Sacramental, la del Rocío, la del Rosario y cualquier otra que exista en nuestro pueblo, estarán obligadas a tratar a todas las ideologías por igual, entre otras cosas porque los domingos no son eternos y en cualquier momento el cambio se produce.